martes, 14 de julio de 2009

La Vida Nueva (Orham Pamuk).

Este libro llegó a aburrirme en algún momento; sin embargo, según va pasando el tiempo, su recuerdo no solo no desaparece sino que crece. Especialmente algunas páginas, son impresionantes. Ahora sí me atrevo a recomendarlo.

“Un día leí un libro y toda mi vida cambió… En la luz que el libro proyectaba en mi cara, veía habitaciones decadentes, vi autobuses enloquecidos, gente cansada, letras pálidas, ciudades perdidas y vidas y fantasmas. Había un viaje, siempre, todo era un viaje. Y vi una mirada que me seguía… una mirada dulce, limpia de culpa y pecado, mucho tiempo atrás... pero tenía miedo…porque había oído lo que les había ocurrido a otros como yo, que habían perdido el rumbo… después de leer un libro…. Sabía de otros que después de leer algún libro como El Islam y la Nueva Moral o La Traición de la Occidentalización, habían pasado en una noche del bar a la mezquita y habían comenzado a esperar pacientemente sobre alfombras frías como el hielo y entre el olor a agua de rosas la muerte que habría de llegarles cincuenta años después. Luego conocí a otros que se habían dejado seducir por libros como La Libertad De Amar, o Me he Descubierto A Mí Mismo…. También ellos proclamaban…Este libro cambió mi vida…” sin embargo, “… si lo que decía el libro era cierto, si la vida era tal y como había leído en sus páginas, si un mundo así era posible, ¿por qué entonces todo el mundo seguía yendo a la mezquita, parloteando y dormitando en los cafés y sentándose cada tarde a esas horas frente a la televisión a punto de reventar de aburrimiento?

El libro, cualquier libro, como cualquier otro objeto portador de significado, como pueda serlo una película, una poesía, un paisaje o una persona amada, tiene una capacidad de seducción que, en ocasiones, puede llegar a ser muy poderosa. El alma, siempre insatisfecha, sedienta, necesita promesas de felicidad. De igual manera que la necesidad de alimento es capaz de generar sueños de felicidad intensa en torno a una satisfacción meramente primaria, el hambre de amor, de trascendencia, puede generar ensoñaciones sobre el hallazgo de una clave definitiva o de un significado suficiente.

Todo el libro flota en medio de una nebulosa imprecisa, vaga, deliberadamente confusa, llena de metáforas, alusiones indirectas, sugerencias y, todo ello, en el contexto de un conflicto específicamente turco: la tensión experimentada por un país orgulloso de su historia y de su carácter y que, sin embargo, se ve amenazado por el choque frontal entre islamismo y occidentalización.

Osmán, cae en la trampa. Una bella muchacha compañera universidad, de manera disimulada, pone a su alcance un libro misterioso. Seducido por la belleza de la chica, Osman logra hacerse con el libro y se emborracha con la promesa que se formula en el libro: la promesa de “Una Vida Nueva” (junto a su amor). El amor por la muchacha, fundido con la promesa de una significación trascendente sobre la vida y sobre la muerte, transtornan al protagonista que promete arriesgar hasta su vida por encontrar el país, la gente y las calles que se describen en el libro. La tragedia de la historia es que Canan, "ella", está enamorada de otra persona: Mehmet también se había creído las promesas del libro; había buscado por todo el país, pero al final se desengañó: no sólo no existía ese paraíso, sino que era aún peor; la muerte amenazaba a quienes lo buscaban como, de hecho ocurre con el propio Mehmet: Osman es testigo de cómo intentan asesinarle pero, cuando quiere reaccionar, Mehmet ha desaparecido. Canan abandonando a su familia y sus estudios, parte en su búsqueda. Osman, ante la marcha de Canan, parte, a su vez a la búsqueda de ella.

Los viajes carecen de dirección determinada siendo el azar el que, en cada momento, señala un destino u otro. En uno de ellos, el autocar en que viaja sufre un grave accidente. Osmán, herido leve, observa con placer no oculto la plenitud de un momento que describe de manera impresionante:

“… ese instante feliz e incomparable es una gracia que Dios nos concede raras veces en la vida...Los infelices supervivientes y los que poco después ya no sobrevirían salían por la puerta de atrás con el cuidado de los que pisan la superficie de un nuevo planeta…me habría gustado explicarles el secreto de ese tiempo inigualable y perfecto a ese vendedor de seguros tan hábil que ahora contaba las estrellas, a la muchacha hechizada cuya madre imploraba al conductor muerto, a los hombres bigotudos que, a pesar de no conocerse, se daban la mano balanceando ligeramente los brazos como enamorados a primera vista y bailaban la danza de la existencia. Me habría gustado decirles que ese instante feliz e incomparable es una gracia que Dios nos concede raras veces en la vida … explicarles que cuando apareces por única vez en la vida, angel mío, es en esa hora prodigiosa…¿Quién nos ha concedido esa plenitud, esa totalidad, esa perfección, madre e hijo que os abrazáis libremente con todas vuestras fuerzas por primera vez en la vida como si fuerais amantes sin inhibiciones, mujer coqueta que descubre que la sangre es más roja que el ´lápiz de labios y la muerte más compasiva que la vida, niña afortunada que contemplas las estrellas con la muñeca en brazos plantada junto al cadáver de tu padre?...”

Su vecino de asiento, muerto, lleva consigo una gran cantidad de dinero ganado en las peleas de gallos. Osman lo toma junto con el libro de familia. En el hotel donde se aloja, recibe una misteriosa visita de alguien que huele a jabón OPA. En cuanto se recupera, Osman reinicia su ciego periplo hasta que, nuevamente, en otro de los viajes, tiene lugar un nuevo accidente menos grave que le acerca al “…único secreto común de la existencia, el amor, la vida y el tiempo… la fortuna… es el consuelo de los que no saben de estadísticas y probabilidades…”. Sus viajes le llevan, infelizmente tras un fantasma de amor y felicidad, pero, a la vez, Osman, se da cuenta de que tampoco disfruta de la felicidad que dejó atrás: los caramelos Vida Nueva que gustaban a su tío Rifki, el té que le hacía su madre, el perfume de lavanda de Canan. La vida del protagonista se convierte en un itinerario ciego en el que los accidentes marcan hitos de una “geometría oculta”, de un significado por desvelar. En la siguiente ocasión, Osman observa el escenario de un accidente más: “todavía flotaba en el aire esa magia que hace que la vida sea digna de ser vivida y que la dota de sentido … sentí el agradable aroma de la nueva vida y de la muerte…Estoy buscando el umbral de una vida nueva que aparecerá entre cristales rotos y gotas de sangre y muertos”. Nuevamente toma el dinero de uno de los cadáveres cuando, de repente, se encuentra con Canan, levemente herida; ya continúan el viaje juntos.

Canan habla de un Mehemet enigmático a quien el libro alejó de su antigua vida lanzándole a una vida nueva en la que solo encuentra el horror: “por allí, por la penumbra de aquél país que iluminaba el libro, erraban como espectros descorazonados la muerte, el amor y el horror disfrazados de hombres desesperados, con el arma a la cintura, la cara inexpresiva y el corazón roto…”. La lectura del libro, como el fruto prohibido, roba su inocencia a los hombres y los arroja al horror de una vida nueva.

Canan confirma a Osman cómo un pistolero quiso acabar con Mehmet y cómo, al segundo día en el hospital, Mehmet se había escapado. El libro había sido escrito por Rifki, tío de Osmán, pero no había gustado a algunas personas y tuvo que renegar de él. A pesar de todo al final, Rifki muere asesinado. La trama compleja, sitúa en el centro de todo a una Turquía aprisionada entre un oriente que presiona mediante el islamismo y un occidente que presiona mediante su tecnología.

La búsqueda de Mehmet es una búsqueda a ciegas con viajes interminables en autobús a lo largo de peligrosas carreteras en las que, con frecuencia, tienen lugar terribles accidentes. El accidente se convierte dentro del libro en un símbolo complejo: es un punto de partida, un inicio, y por tanto, también un final de todo lo anterior. El accidente representa el cambio, la evolución. En el accidente, aparece “el ángel” y el significado de la vida; el principio de algo; la vuelta a casa. El momento de transición que se produce, muestra la esencia de la paz, del tiempo y de la muerte. “El libro” describe un país al que los protagonistas desean ir y que buscan viajando en autobús de ciudad en ciudad, sin saber muy bien qué dirección tomar, buscando, quizá el accidente mismo; el final y el principio de algo nuevo: ¿la muerte quizás? (La vida nueva y la muerte, se dice en el libro, tienen el mismo aroma). Una chica agonizante cuenta a Canan el secreto del país de la vida nueva: “Sonríeme para que pueda ver, aunque solo sea una vez, la luz de ese mundo en tu cara. Recuérdame el calor del horno al que iba para comprar bollos los fríos días de invierno cuando volvía de la escuela con la cartera en la mano, recuérdame la alegría con que los días calurosos de verano me lanzaba al mar desde el embarcadero, recuérdame el primer beso, el primer abrazo, el nogal hasta cuya copa trepaba yo sola… la noche que me embriagué de felicidad… ayúdame para que pueda enfrentarme con alegría al hecho de que me voy yendo cada vez que respiro…” el momento inigualable que prometía el libro era este: Un tiempo de transición entre dos universos. Sin estar aquí ni allí.

La muchacha a punto de morir, aún tiene fuerzas para contar su historia: su amante, decepcionado tras perseguir la felicidad prometida en el libro, decide vengarse de él. Ella intenta calmarle diciendo que “lo importante es lo que la gente ve cuando lee… pero le había prendido el fuego de la venganza”. La lucha contra “el libro”, contra las civilizaciones extranjeras, contra todo lo que “nos destruye”, contra los nuevos productos que nos llegan de Occidente ya ha comenzado y está organizada por el Doctor Delicado: la reunión contra el libro se celebrará en Güdul; alguien debe ir allí y detener la traición a los libros. Osmán y Canan adoptan la identidades de la pareja muerta en el accidente y parten hacia la reunión. En la ciudad algunos carteles anuncian cursos de Corán para niños. Otros, circuncisión “A mano, no con laser”. En aquella reunión, los “concesionarios” mostraban sus inventos específicamente turcos, mientras en el aire flotaba un leve aroma a jabón de afeitar OPA. Uno de los inventos, “un reloj…daba una solución definitiva, económica y moderna a todo el problema de los alminares, los almuédanos, los altavoces y la Occidentalización-Islamización…A las horas de la oración aparecía…un minúsculo imán que decía tres veces ‘Dios es grande’, a las horas en punto aparecía…un pequeño caballero de juguete, con corbata y sin bigote, que proclamaba ‘Dichoso aquel que puede decir soy turco…”. Los agentes de la revolución contra el libro tienen la necesidad de controlar el tiempo. Un invento en particular, era capaz de retener entre espejos imágenes del momento. Un granjero había inventado un reloj que paralizaba los momentos de felicidad. La ciudad, sin embargo, parecía hostil a la reunión. El alcalde de la ciudad quería aparentar que no la aprobaba. Algunas personas les acusaban de menospreciar la civilización occidental. Un columnista se suicidó al comprender que Turquía ya no podía ser ella misma. Toda civilización se crea y se destruye. “…y cuando se hunde, agarrar un arma como un niño que no sabe perder…¿A cuantos vas a matar de todo un pueblo que está cambiando de identidad?”. Sin embargo, lo único que interesa a Osman es Canan: “En realidad, la llamada de la noche…consiste -para compensar una pulsión sexual insatisfecha- en meterse en una calle oscura como la pez, encontrar a un par de perros tan desesperados como uno mismo, aullar amargamente, insultarse, organizar los preparativos para confeccionar una bomba que haga saltar por los aires a alguien… Creo que todo ese cotilleo se llama Historia”. Rechazado por Canan, Osman se lanza también desesperado a la noche, cayendo casualmente entre un grupo que conspira contra el alcohol en torno a una botella de Raki (anisado alcohólico pero de origen turco). “No queríamos ni la vida de Estambul, ni la de Paris, ni la de Nueva York”. Curiosamente, el prefecto de la ciudad forma parte de esa misma conspiración: “Ha llegado una orden de Ankara y a ninguno de los reunidos se les tocará un pelo”. Con la excusa de aquella reunión, el prefecto había planeado provocar a los integristas islámicos mediante proclamas, y una vez descubiertos, actuar contra ellos. “Entonces veremos quien se atreve a emborronar los anuncios de jabón de los muros y los carteles con mujeres”.
“Por lo que podía entender, nosotros, los pobres perdedores en este juego de azar llamado historia, nos veríamos obligados a lanzarnos bombas durante siglos para … poder saborear cierta victoria y para creer que elevaríamos por los aires nuestras almas y nuestros cuerpos con las bombas que colocaríamos en paquetes de caramelos, volúmenes del Corán y cajas de cambios por amor a Dios, al libro, a la Historia y al mundo.”

Osman acude, citado a una determinada barbería, donde entre el olor a OPA, conoce a quien le llevará hasta el cerebro de la revuelta contra los libros y la escritura; contra el cambio: el Doctor Delicado vivía en el campo, en una mansión, rodeado felizmente por su familia. Alguien señala el parecido entre Osman y el hijo ausente del doctor, suscitando el dolor silencioso de la mujer y la ira contenida del Doctor. Una foto de Mehmet adorna la habitación: Mehmet es hijo del Doctor Delicado, y su verdadero nombre es Nahit (Venus, como la barbería en que citaron a Osman) quien, de cara a sus padres, había aparentado morir en un accidente de tráfico. Su padre no había guardado los libros que leía, pero sí los tebeos de su infancia que, casualmente eran los que había escrito Rifki el tío de Osman ferroviario y escritor. En uno de ellos “Los héroes del ferrocarril”, el autor refleja su ideario modernizador: America como Turquía en los años 30, necesitaba un tren que uniera los confines del país. Para lograrlo, era necesario derribar las barreras que suponían los grandes propietarios de tierras, algunos empresarios petroleros, etc. Rifki hace que América resulte más atractiva subrayando la “maldad” de Rusia, también enemigo de Turquía, y coloca entre el grupo de “los malos” que se oponen al progreso a las compañías de transporte por diligencia y a “religiosos que se negaban a que el tren pasara por sus tierras”.

Frente a un escenario de naturaleza e historia en la Anatolia profunda, el doctor se duele de la traición de su hijo. Una “Gran Conspiración “quería destruir a la nación y nuestra alma… quería destruir nuestra memoria”. Para evitarlo, se une a otros como él desde los Balcanes hasta Damasco. “No sólo ese libro, no sólo el libro que engañó a mi hijo. Cualquier libro que salga de una imprenta es enemigo de nuestro tiempo y de nuestra vida”.

El Doctor contrata a un grupo de espías para que le informen sobre su hijo y sobre la Gran Conspiración. Osmán tiene acceso a sus informes y, por ellos, se entera de toda la historia. Los investigadores que se distinguen por un nombre en clave (siempre la marca de un reloj) hablan de un libro: “La vida nueva”. El libro había sido escrito por Rifki el tío de Osmán. Sin embargo, al poco tiempo de su publicación es prohibido y los ejemplares van a parar a los depósitos de una policía corrupta que vuelve a revenderlos para obtener dinero. Uno de los ejemplares cayó en manos de Mehmet, quien empezó a indagar por el autor. Por fin lo encuentra y, tras una primera entrevista, Mehmet hace acopio de todos los ejemplares del libro que encuentra e intenta difundirlos. Cuando Rifki es asesinado, Mehmet, atemorizado, decide huir hasta que sus perseguidores encuentran un cadáver que suponen el suyo: el autobús en que viajaba había chocado contra un camión de tinta parado (tinta de impresión paralizada en medio de una carretera). Según supone Osmán, Nahit que salió ileso del accidente encuentra la oportunidad de despistar a sus perseguidores y cambia su documentación por la de otro viajero cuyo cadáver resulta irreconocible. Nahit se convierte en Mehmet, y con esa nueva personalidad, sigue siendo vigilado, ahora no como hijo del doctor Delicado al que se supone muerto, sino como lector del libro. Mehmet conoce a Canan con la que mantiene relaciones descritas por el espía Seiko quien describe la estrategia de la pareja para captar a Osmán: Unas simples argucias de seducción femenina, una imagen fugaz del libro saliendo y entrando de su bolso, y finalmente el regalo del libro al librero por el que Osman pasa cada día: Osmán cae en la trampa y compra el libro. Mientras Canan deja que Osmán se enamore de ella, Mehmet les vigila desde lejos. Seiko los vigila a todos.

Por los informes descubre que por el país circulan más de 100 ejemplares del libro, y que al menos 5 de sus lectores han sido asesinados.

“Para nosotros –dice el Doctor Delicado- el tic-tac del reloj…no es tanto una forma de medir el mundo, sino una voz que nos permite pasar a nuestro universo anterior… siempre fuimos los mejores clientes de los relojeros europeos. Lo único que tomamos de ellos… fueron los relojes… cuando se trata de relojes como de armas, no hay diferencia entre nacionales y extranjeros. Para nosotros hay dos formas de acercarse a Dios. Con la guerra santa por medio de las armas y con la oración por medio de los relojes".

El Doctor Delicado, confiado totalmente en Osman, le regala una pistola y, este, aprovechando un período de enfermedad de Canan, se marcha para iniciar la búsqueda de Mehmet. Lleva consigo algunos datos imprecisos extraídos de los informes del Doctor con los que consigue acercarse a algunos de los lectores del libro y también a alguno de los espías que podrían matarlos en cualquier momento. Por fín encuentra a Mehmet quien sentencia: “es inútil buscar fuera del libro y de la escritura ese país que está más allá de las palabras…” Mehmet, hace tiempo que huye del libro, de Canan, de su padre, y de los esbirros que asesinan a los lectores. Mehmet ya no cree:

“Quieres llegar al fundamento de todo, a la Causa Primera, a la raíz…quieres llegar a lo puro, a lo que no está corrupto, a lo verdadero. Pero no existe tal principio. Es inútil buscar una clave, una palabra, una raíz, un original del que todos seamos una simple copia”.

Mehmet no cree en lo que cree Canan y esa es la excusa de Osmán para matarle. Tras el asesinato, Osmán regresa a la mansión del Doctor Delicado pero ya no encuentra a Canan. Solo le queda regresar a casa con su madre.

En su casa, Osman continúa la vida de estudiante que había dejado. Ha perdido totalmente la pista de Canan, y los asesinos a sueldo del Doctor delicado, también parece que han desaparecido. La vida de Osmán se convierte en la vida convencional de cualquier hijo de familia dedicado a sus estudios. Termina la carrera, ingresa en el servicio militar, y poco después de morir su madre, se casa. Toda su vida sin embargo, gira en torno a sus recuerdos y en torno al amor hacia Canan. Por fín le llegan noticias: Canan se ha casado con uno de los lectores del libro; uno de los lectores a los que el libro no afectó como sí había ocurrido con muchos otros. Osmán continúa su vida: su trabajo, su hija… sin embargo la historia destila amargura; la amargura de una herida de amor eternamente abierta; la amargura de una vida y de un mundo sin sentido en el que aún, obcecado, pretende encontrar una “simetría invisible”, una clave que revele el sentido de tanto dolor.

Los únicos momentos de felicidad que describe Osman son momentos del pasado: momentos de la infancia y momentos de su búsqueda del amor y de la vida nueva. Aquí, el autor se pierde en nuevas claves, casualidades que Osmán obsesivamente pretende dotar de significado: La ciudad donde asesinó a Mehmet (Virambag) fue la misma ciudad cuyo nombre no podía recordar muchos años antes en una conversación con su tío. El libro va agonizando poco a poco en medio del delirio de una personalidad paranoica, fetichista, obsesiva y cruel siempre con el presente. Según se va haciendo mayor, Osmán solo es capaz de encontrar algún momento de felicidad mientras recuerda momentos de la infancia, incluso mientras recuerda con añoranza momentos de la “infelicidad” pasada junto a Canan en aquellos interminables viajes en autobús, en una permanente frustración de su amor. .

Toda la carga de deseos incumplidos y de infelicidad que atiborra nuestra vida cotidiana, nos hacen especialmente vulnerables a cualquier promesa. Sobre el paisaje reseco y sediento de nuestras frustraciones, cualquier aliento, el más mínimo ápice de esperanza, la más burda de las mentiras mínimamente maquillada, son capaces de lanzarnos hacia paraisos imaginados que pueden ser tan brutales como la compulsión de la que nacen. Da igual si la promesa viene de un libro, da igual si la promesa es una promesa de amor, o nos anuncia un paraíso futuro junto a dios, o nos recuerda un supuesto paraíso patrio arrebatado por una confabulación internacional.

Frente a la dureza de la vida cotidiana, la única escapatoria es la vida nueva. Tras años de búsqueda, Osmán, por fin, se ve iluminado por la luz de un ángel que le anuncia la ansiada nueva vida. La luz son los faros del camión contra el que chocará su autocar. La nueva vida, es la que le espera al otro lado de la muerte.

El esquema de la situación que se describe en esta parte del libro, posiblemente es el resumen de la opinión del autor sobre la situación de Turquía en la actualidad: Las autoridades han identificado al Islam radical como el peor de sus enemigos; sin embargo, el islamismo ya ha arraigado en amplias capas de la población. El único recurso que le queda a Turquía es aferrarse a su nacionalismo y a su historia. El enemigo del Islam es Occidente. El enemigo tradicional de Turquía también es Occidente; sin embargo, la revolución nacionalista de Ataturk fue profundamente occidental. El camino que ha escogido el ejército turco y que impone con una fuerte presión sobre los gobernantes, viene a ser como una tercera vía a medio camino entre occidente y el islamismo árabe. Ese camino, estrecho como el filo de una navaja, alterna –sinuoso- entre contenidos procedentes de Oriente y contenidos procedentes de Occidente. El compendio teórico de esa “tercera vía” compleja, artificial y a punto de derrumbarse a cada embate de la historia, tiene un único apoyo: el orgullo nacional. Cualquier cambio pone en peligro todo el edificio de la nación.

NOTA: El Jabón OPA es el jabón de Ataturk. Es el jabón que acabó con las barbas y creo el nacionalismo. Un nacionalismo sin barba, pero con bigote, a medio camino entre el mundo musulmán y occidente.



Turquía, a caballo entre ambos mundos, posee características propias de los dos; sin embargo, desde Ataturk, defiende una “tercera vía” que pretende ver como específicamente turca y que defiende violentamente a medida que se va viendo aprisionada en un autentico choque de placas tectónicas. La “vía” turca es islámica pero no saudí; es laica porque Ataturk abolió el califato. Es occidental porque utiliza la grafía latina, pero también es turca porque el idioma y la raza son diferentes.

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